domingo, 1 de marzo de 2020



GOYEGAL

Año II N° 14                                  
Marzo de 2020

Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro


SUMARIO

El duende  burlado
Ramon Cabanillas Enriquez


El duende  burlado

Al volver a mi pueblo natal, rutas aéreas y carreteras mediante, intenté el reencuentro con familiares y vecinos, cosa que logré exitosamente. Con algunos de ellos recorrí los lugares que ya no me era posible reconocer por lo mucho que habían cambiado desde que los hube de dejar. La vida aldeana era otra. Y su entorno: el medio silvestre, estaba muy humanizado.


Sin embargo, una casa rural había permanecido como la recordaba. En ella había vivido en aquellos tiempos una pareja que tenía una pequeña hija, de pocos años, según mi gente me refirió. 
  

Me dijeron que, cuando el hombre murió, ellas dos quedaron desamparadas. Los míos me explicaron la razón de lo sucedido, justificando la inercia y la resistencia a las mejoras en el inmueble, en una versión que, oída por mí, una inmigrante de la diáspora criada en un ámbito urbano, sonó curiosamente atrevida, aunque más tarde conocí otras más pícaras aún. 

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Es sabido que Galicia tiene una tradición poblada por seres míticos. Algunos son  duendes. El trasno es uno de ellos. Viste de rojo. Es moreno de piel, barbado, inquieto y saltarín, pese a ser rengo. Es de hábitos nocturnos. Si entra en una casa, hace travesuras (tira los platos, revuelve la ropa o apaga la chimenea). Pero, si se mete en la cuadra, asusta al ganado.  Claro que, por el día desaparece.


Volviendo, tras la aclaración, al relato que entonces me hicieron, el trasno burlón, sabiendo que las mujeres estaban solas en la casa, iba todas las noches a golpearles la puerta. 
- ¿Quién es? Preguntó la madre.

- Soy el trasno. Respondió el muy díscolo. 

La señora comenzó a pronunciar repetidamente las divinas palabras de las santas oraciones del devocionario cristiano, porque sabía que esa era la única fórmula adecuada para la emergencia y evitar con ellas que el travieso llamase nuevamente para entrar.

Campesina gallega rezando – Francisco Llorens


- “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea nombre”... y “Dios te salve María”... Rezaba temerosa.

El duende, al oír esas oraciones, no entraba. Tenía que volver otro día. Esta penosa rutina  se reiteraba todos los días, (o peor aún, todas las noches), pues ni el duende cejaba en su propósito, ni las dos mujeres, madre e hija, podían descansar tranquilas, sino rezando y rezando, pidiendo ayuda para que el duende dejara de molestarlas.

Hasta que un buen día cocieron un bollo de pan, puesto que tenían un horno en su casa, y  ofrecieron darlo (como promesa) al primer indigente que pasara, por ver si se sacaban de encima, de una vez por todas, a aquella tortura del duende travieso. 


Había entonces, según cuentan, la creencia de que una tercera persona, (en este caso, la limosnera), que llamara a la puerta, podría interceder para persuadir al duende, para que no siguiera molestando a la viuda y su hija.

   
La pordiosera arrodillada - Picasso

Cuando llegó una pobre pordiosera pidiendo, le dieron el bollo y ella dijo: 
- ¡Oh, Dios! ¡No puede ser! ¡Tanta limosna es mucha caridad! 
- Pues no, de ningún modo. Debes aceptarla. Tengo una promesa hecha: dar una ofrenda a la primera persona necesitada que pasara por delante de mi puerta. A ella le daría el pan. Te correspondió a ti. ¿Cómo no vas a aceptar este beneficio de mi parte?

- Bueno, entonces, ¿qué motivó la dádiva?

Ella le contó que desde que el hombre de la familia había muerto, el duende iba tras ellas, acosándolas todas las noches, golpeando su puerta, sin salir de allí. Por eso ambas pasaban las horas rezando. Ese permanente acoso era una penitencia, un castigo.

- Hay que parar con eso. Yo voy a ponerle fin. Lo he de sacar de este hogar, pero para eso tendrás, a cambio, que darme posada. 

- Eso no es un problema. Aquí, lugar es lo que sobra. 

- Habrás de dejarme lana para cardar e hilar y leña para mantener vivo el fuego en el hogar, porque no puedo dormir o ir a la cama hasta lograr expulsarlo definitivamente. 



La primera noche a la curadora de ese mal se le fue pasando en la rueca en cardar, hilar y calentarse junto a la chimenea. Cuando a las tantas vino el trasno y golpeó la puerta, ella preguntó:

- ¿Quién es?

- El Trasno. ¿Puedo entrar?

- Sí, pasa, que afuera hace mucho frío. ¡Caliéntate y quítatelo cerca del fuego!

Finalmente el trasno entró en calor. Entonces le dijo a la pobre: 

- ¿Y ahora qué recompensa me vas a pedir? ¿Qué quieres que te haga?

- Ahora, ya que lo dices, sóplame en esta llaga que tengo aquí detrás, hasta que se me cure y se cierre.  Me duele mucho.




El trasno obedeció. Y mientras soplaba, le miraba las piernas y le vio todo. Pasaban las horas y la astuta paciente tan sólo arrojaba más leña para mantener el fuego y caldeada la estancia. Pero el duende comenzó a cansarse. 

- La indigente le preguntó: ¿Qué? ¿Cómo van las cosas? 

- Van…pero no veo que se cierre la herida. 

- Sopla bien, que van llegando las luces del día y no hay tiempo que perder. 

- No, no, no. Me marcho.  Me voy, que esta llaga no se cierra y se abre otra.

- Bueno, pero si te vas hoy, no vuelvas nunca, porque no me curaste la llaguita que tanto me atormenta.  No has cumplido con tu deber. ¡Eres un trasno ingrato! 

- ¡Cúrate como puedas y no cuentes más conmigo! ¡Como si no tuviera yo otras cosas más interesantes que hacer!

Y así fue que, por haber sido tan groseramente burlado, no volvió a llamar a la puerta de esa casa.

Al terminar esta relación de mis paisanos, comprendí porqué a mi primo, que era travieso, inquieto y burlón, de niño le llamaban “trasno” y a mí, que solía andar de rojo y sola por los caminos, senderos y bosques, me decían que era como un trasno.

 Ramón Cabanillas  Enríquez

Ramón Cabanillas Enríquez  nació en Cambados en 1876. Moncho para los amigos, fue un poeta español que escribió en lengua gallega. Fue el enlace entre el Rexurdimento y la Modernidad literaria del siglo XX. Se lo  encuadró en una generación intermedia, la Xeración Antre Dous Séculos (generación entre dos siglos), y un como miembro surgido de las Irmandades da Fala.

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Ramón Cabanillas

Tras abandonar la carrera eclesiástica en Santiago de Compostela, Ramón Cabanillas Enríquez  regresó a su lugar natal. Allí trabajó como funcionario del Ayuntamiento. A los treinta y cuatro (34) años emigró a Cuba, donde residió entre 1910 y 1915. Basilio Álvarez, lo sumó a la causa agrarista. Xosé Fontenla Leal fue clave para escribir en gallego. En La Habana publicó No desterro (1913) y Vento mareiro (1915).
Ramón Cabanillas Enríquez - Vento mareiro 



Al volver a Galicia, Ramón Cabanillas Enríquez  trabajó en varios ayuntamientos y continuó la lucha agrarista. Su compromiso con el proyecto de las Irmandades da Fala lo llevó a colaborar en A Nosa Terra, se convirtió en la voz lírica del movimiento. Inicialmente estuvo próximo a posturas tradicionalistas. Y enseguida compartió las tesis irracionalistas de Vicente Risco, cuyo proyecto estético y cultural influiría decididamente en su producción posterior.
Exposición de Xabier Varela - Retratos inspirados na novela O porco de pé de Vicente Risco 



Ramón Cabanillas  fue aclamado como Poeta da Raza. Utilizó sus poemas al servicio del galleguismo. Abandonó los ecos intimistas de su poesía en Da terra asoballada (De la tierra avasallada), publicada en 1917. La segunda edición de 1926 sólo reprodujo cuatro poemas de la anterior, con sentido social y crítico. En La Habana sus Poemarios conservaron la actitud educadora en las posteriores publicaciones. 

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Ramón Cabanillas   pretendió concienciar al pueblo y acercarlo al nacionalismo. Con estos mismos objetivos escribió el drama A man de Santiña en 1921, a instancias de Antón Villar Ponte. En colaboración con él compuso en 1926 la tragedia histórica O mariscal, sobre la ejecución de Pedro Pardo de Cela por parte de los Reyes Católicos a las puertas de la Catedral de Mondoñedo, presentada como la venganza del poder central castellano contra los señores feudales gallegos. 

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NOS - VOLUME XXII

En 1926 se publicó Na noite estrelecida, en el cual Ramón Cabanillas  siguió las teorías de Risco, y reelaboró los mitos del ciclo artúrico que funcionaron como símbolos productivos. El poemario fue considerado aún por el mismo como el punto culminante de su obra, algo en lo que concordaría con  buena parte de la crítica posterior.

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Ramón Cabanillas  se caracterizó por su depurado lenguaje de y su preocupación formal Modernista, que el poeta galleguizó y puso al servicio de un proyecto de exaltación mítica y patriótica. El ciclo artúrico funcionó como referente para los nuevos caballeros del Santo Grial, el de las Irmandades da Fala. Ya en 1927, recuperó el lirismo intimista en A rosa de cen follas, con ecos de Rosalía de Castro.

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En 1920 fue elegido miembro de la Real Academia Gallega. Para su ingreso leyó A saudade nos poetas galegos (La tristeza en los poetas gallegos). En 1929 ingresaría en la Real Academia Española con un ensayo sobre Eduardo Pondal. Se instalado en Madrid desde su incorporación en esa institución y  atravesó un período de silencio hasta fines de los años cuarenta con la publicación de Camiños no tempo (Caminos en el tiempo). 
CAMIÑOS NO TEMPO: CABANILLAS, Ramón

Ramón Cabanillas  comenzó una nueva etapa en que publicó Antífona da Cantiga, en 1951; Da miña zanfona, en 1954; Versos de alleas terras e tempos idos, en 1954 y Samos, en 1958, su último libro publicado en vida. Falleció en Cambados en 1959. Sus restos mortales fueron depositados en la Iglesia de Santo Domingo de Bonaval, en el Panteón de Galegos Ilustres, en Santiago de Compostela.  
  
                       Antifona da cantiga: Cabanillas, Ramón                              Resultado de imagen para Versos de alleas terras e tempos idos
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Santo Domingo de Bonaval

Las características generales de la obra literaria de  Ramón Cabanillas  son muy distintivas. Él fue calificado por sus compañeros generacionales como el Poeta da Raza (Poeta de la raza) y valorado como el legítimo sucesor de Rosalía de Castro, Eduardo Pondal y Curros Enríquez. Tuvo reconocimiento popular y académico. 
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Ramón Cabanillas  condujo a la poesía en gallego hacia la Modernidad. Su obra fue considerada desde los primeros momentos dentro del canon de la Literatura gallega. Aunque en sus comienzos adoptó un tono radical en el contexto de las luchas agrarias de la década del  10, terminó por alinearse en el sector más conservador y menos político de las Irmandades, el Grupo Nós

El tradicionalismo de Ramón Cabanillas  se observó en su religiosidad, su concepción ruralista y su escepticismo crítico ante cualquier sistema de gobierno, sin distinción ideológica entre ellos. Fue seguidor del Esteticismo ideológico de Vicente Risco, como su poesía lo expresó. Siguió el culturalismo de aquél, por el que buscó símbolos aglutinantes de la conciencia nacional en el pasado mítico.

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La crítica señaló como elementos básicos de la obra literaria de Ramón Cabanillas: la tradición clásica grecorromana (Versos de alleas terras e tempos idos, Paráfrasis galegas, de 1955 y Samos de 1958)); la tradición folclórica gallega (Antífona da cantiga, de 1951); los maestros del Rexurdimento (Rosalía, Pondal y Curros); y, especialmente, el Romanticismo tardío y el Simbolismo y Postsimbolismo.
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En el contexto de la Literatura gallega, la aproximación original de Ramón Cabanillas al Modernismo fue propiciada por su estancia en Cuba entre 1910 y 1915. Eso fue sobre todo formal: la versatilidad métrica, contenidos (ambientación, exotismo, sensualidad, musicalidad, melancolía y preciosismo verbal). Pero se distanció en lo narrativo y léxico rural, su orientación ética y concientizadora.  


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Ramón Cabanilla



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R. Cabanillas - Néstor Dámaso del Pino


Además, una vez dentro de las Irmandades, Ramón Cabanillas se vio influido en los años veinte por el  saudosismo portugués. Esta saudade (nostalgia) se materializó en una mayor atención a los temas históricos, la mitología y el misticismo entre cristiano y panteísta. Su obra de madurez mostró influjos de William Butler Yeats, de la Irish Literary Society y de Alfred Tennyson.
  
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Alfred Tennyson

        Alfred, Lord Tennyson
                              William Butler Yeats                     

En la trayectoria literaria de Ramón Cabanillas tuvo cuatro fases: la etapa de formación o pregalleguista, la galleguista, la míticosaudosista y la de posguerra o mística. En cada una y en todas ellas fue construyendo su obra completa, que le mereció la distinción de la Real Academia Gallega,  que en su honor le consagró el Día de las Letras Gallegas.

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 Ramón Cabanillas Enríquez