lunes, 1 de febrero de 2021

 

GOYEGAL

Año III N° 26                           

FEBRERO de 2021

 

Texto: Alicia Grela Vázquez

Imagen: Elsa Sposaro

Bosque de Galicia


SUMARIO

Sabela

Aquilino Iglesia Alvariño


Aquilino Iglesia Alvariño


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Aquilino Iglesia Alvariño 


Aquilino Iglesia Alvariño nació en la localidad de Seivane, San Xoán de Vilarente Concello de Abadín, Lugo, el 11 de junio de 1909.  Fue un poeta que supo conjugar las tendencias literarias de su tiempo, y también se distinguió como profesor,  escritor, y traductor español  en lengua gallega  y castellana. 


Puente viejo de Martiñán

Puente viejo de Martiñán



Comezó  formándose en el Seminario Santa Catalina de Mondoñedo, donde compuso, en 1930 Señardá, su primera obra poética. Se trata de cincuenta sonetos en los que se puede visualizar la influencia de autores como Cabanillas, Noriega Varela o el portugués Antero de Quental.


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Real Seminario Conciliar de Santa Catalina


Tras abandonar los estudios eclesiásticos y pasar una temporada como docente en Vilagarcía, cursó la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad de Santiago. Allí entró en contacto con la intelectualidad galeguista y comenzó a participar activamente en la vida cultural del país. Así fue que ejerció como director de A Nosa Terra y  fundó Renacencia


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Iglesia e hijo 


Entre 1935 y 1949 fue director del Colegio León XIII de Vilagarcía. Tras haber estudiado Filosofía y Letras en Santiago de Compostela, obtuvo una cátedra de Latín. Ejerció la enseñanza de este idioma en institutos de Lugo, en Pontevedra, donde coincidió con Xosé Filgueira Valverde (siendo éste director) y en la ciudad santa compostelana. 


FILGUEIRA VALVERDE, EL VIEJO PROFESOR 




Fue miembro de la Academia Gallega y colaborador del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento. Tradujo al gallego textos de autores clásicos (Horacio, Teócrito, Tibulo), y también, además de a la enseñanza, dedicó su vida a la creación poética. La vida campesina y el contacto con la naturaleza quedaron patentes en el  léxico y  en la temática de sus creaciones. 


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La poesía de Aquilino Iglesia Alvariño se inscribió dentro de la corriente Humanismo paisajista o Neovirgilianismo, iniciada por Noriega Varela,  pertenencia que compartió  con autores como Díaz Castro y Crecente Vega. Pero también en su obra quedó la huella de los poetas clásicos y  del  portugués saudosismo (de saudade).  


 Antonio Noriega Varela - As froriñas dos toxos 




En menor medida, heredó de Amado Carballo el imaginismo y de Manuel Antonio el creacionismo. Los asuntos recurrentes en su poesía fueron el sufrimiento existencial y el paisaje. Antes de la Guerra Civil, en 1930, publicó Señardá, un poemario formado por sonetos con el dolor como tema principal.


Berrones - Señardá (Gritones – Tristura)




En 1933, con Corazón ao vento, su segundo libro, mostró mayor apertura al vanguardismo

Se desligó del Modernismo, y  entroncó con el franciscanismo de su primera obra y se abrió a corrientes como el hilozoísmo, tendiendo puentes a la poesía moderna. Al finalizar sus estudios, fue catedrático de Latín en la Enseñanza Media, en institutos de Lugo, Pontevedra y Compostela.


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A partir del estallido de la Guerra Civil Española, Aquilino Iglesia Alvariño compuso poesía fascista en español: Contra el ángel y la noche, de 194 y en  No entanto, en 1947 volvió a lírica gallega, editando Cómaros verdes. Se consideró que con esta obra llegó a su madurez creativa, marcando el  inicio de la  Literatura gallega de la posguerra. Allí compiló el material de tres lustros. 


GALICIA.LUGO.'CONTRA EL ANGEL Y LA NOCHE' AQUILINO IGLESIA ALVARIÑO. COLECCION DORNA 1941 (Libros de Segunda Mano (posteriores a 1936) - Literatura - Poesía)


Cómaros verdes fue su primer libro publicado en gallego tras la Guerra Civil Española, según  sostuvieron muchos manuales,  aunque el betanceiro Celestino Luis Crespo se le adelantó un año con Brétemas Mariñás, en el que abandonó la rima y empleó preferentemente el endecasílabo blanco y se sumergió en un paisajismo en que la soledad era su tema fundamental. 


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En el poemario se advirtió la influencia corrientes como la estilización neo trovadoresca, la interiorización del paisaje, el ensayo de ritmos populares, o la contención clásica. Tradujo al gallego textos de autores clásicos como Horacio, Teócrito o Tibulo. Posiblemente por esta influencia, su obra se tiño de lo clásico. 



En 1952 regresó a Santiago de Compostela, donde participó de la generación literaria de las Festas Minervais (Fiestas de Minerva). Colaboró en diferentes artículos y traducciones al gallego de textos grecolatinos en La Noche. La madurez y personalidad de su verso, que nunca llegó a abandonar ciertos tonos ecoimaginistas y neotrovadores.


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En Día a día, de 1960, eso se manifestó más claramente. Allí dominó la actitud existencial en un tono grave y reflexivo, con referencias al pasado. En  1961 con Lanza de Soledá volvió al soneto. La temática se centró en la angustia en medio de una Noche simbólica contraponiendo luces y sombras. En ese año publicó Nenias, poemas en homenaje a autores gallegos y foráneos, modernos y antiguos, de Catulo a Rosalía.


    

                                

El 29 de julio de 1961 Aquilino Iglesia Alvariño falleció en  Santiago de Compostela. Y tres años después se publicó, bajo el  título: Leva o seu cantare, una colección de poesías inéditas o esparcidas  en diferentes periódicos y  revistas. La Real Academia Gallega le dedicó el Día de las Letras Gallegas en 1986. 


Manuel Antonio


Libros de segunda mano: AQUILINO IGLESIA ALVARIÑO : NENIAS , Salnés ejemplar 74 año 1961 - Foto 3 - 39511981


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En el año 2009, en el centenario de su nacimiento, el Ayuntamiento de Abadín, descubrió una placa conmemorativa en la casa natal del poeta. A los numerosos homenajes a Aquilino Iglesia Alvariño se les ha sumado la edición de una copiosa bibliografía de y sobre el escritor gallego, su obra política, técnica y literaria.


     

SABELA

Lic. Alicia Grela Vázquez

Paseo por La Coruña y al ver la estatua de Breogán y la Torre de Hércules, oyendo a Sabela Cereijo, recuerdo una vieja leyenda que en el pueblo se nos contaba a los niños, con el dudoso propósito de alejarnos de los extraños que con regalos, nos indujeran a ocultar algo a los nuestros. Espero que Sabela Barreiro, con la sensibilidad propia de los artistas plásticos, y sus tocayas hayan podido capitalizar, sublimando, de conocerla, esta historia.

No puedo ahondar en los fundamentos antropológicos, psicológicos, étnicos, culturales y religiosos que sustentan esta antigua habla. Pero, lo cierto es que, como en otros cuentos, lo terrible y estremecedor de los acontecimientos narrados aseguraban que el miedo provocado le confiriesen una vida adicional en la evocación y en la ulterior recreación.

Nuestra madre decía que una pastorcita, Sabela, iba a un prado próximo al Castillo de los Moros, que por entonces aún estaban por allí. Sin que se supiera por qué ni cómo salió una mora y le ofreció un bonito vestido.

La pequeña lo aceptó, pues era muy lindo y bien hecho. Cuando ella lo tomó, la mujer le advirtió:

 “De esto no debes decir nada a nadie.
 Ni siquiera a ttu mamá.                                                             
Ninguno ha de saber quién te lo regaló. Mira que yo he de ir a escuchar detrás de la puerta y, si lo haces,...ya verás lo que te pasa.”


Sabela - Elsa Sposaro


La niñita se marchó muy contenta. Llegó a su casa alegre con su obsequio, pero la madre al ver esa ropa tan buena, le preguntó por ella a su nena:

                        _  “Y ese vestido que traes, ¿de dónde lo sacaste?”
                        _   “No te lo puedo decir, mamita. Prometí no hacerlo.”
                        _   “Ay, Sabelita, que las cosas no son así. Y, si no quieres llevarte unos azotes, me lo tienes que contar.”

En aquellos tiempos la panacea para todos los males, el santo fármaco familiar, era el “jarabe de palo”. De modo que, ante tales amenazas, la niña no tuvo más remedio que hablar:
                          _   “Fue la mora del Castillo. Pero yo le juré que no se lo diría a nadie y ahora...”

Posteriormente, en otra ocasión, cuando volvió nuevamente a aquel misterioso lugar, a pastar a sus animales, se le apareció la mujer y, tomándola por la fuerza, la llevó al castillo y la arrojó en un caldero enorme que contenía aceite hirviendo.

Llegada la noche, la madre de la niña la llamaba a gritos:
                            “¡Sabelita! ¡Sabelita!”
Y la malvada mujer replicaba:
                             “Sabelita, sábelo: derretida en aceitón.”


NOTA

Esta historia se repite entre nosotros desde el siglo XV en que los Reyes Católicos: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, al tomar Granada expulsaran de España a judíos y mahometanos, a menos que se convirtieran al cristianismo.

Algunos lo hicieron y así pudieron permanecer en la península, evitando el extrañamiento y la diáspora. Pero los prejuicios antisemitas los señalaban con el nombre de “marranos”, que hacía alusión al animal que, por considerarlo impuro, no integraba su dieta.

Cuando Sabela lleva a pastar a sus cerditos al prado que rodeaba el castillo de los moros, la mujer que la ve, entiende eso quizás como una burla, un insulto y una provocación.

Además, entre nuestra gente los musulmanes eran vistos como una tribu mágica a la que atribuían poderes excepcionales, como oír a través de las paredes o predecir el futuro (que la Iglesia había vedado).

Finalmente, el aceite hirviendo fue un arma eficaz en la defensa de las ciudades, por mucho tiempo. Baste recordar que los vecinos de la ciudad de Buenos Aires, (la Gran Aldea de la actual República Argentina) utilizaron este método medieval en las frustradas Invasiones Inglesas, a principios del siglo XIX.