sábado, 6 de marzo de 2021

 GOYEGAL

Año III N° 27                           
MARZO de 2021
 
Texto: Alicia Grela Vázquez
Imagen: Elsa Sposaro

SUMARIO

Francisca Herrera Garrido

Marina



Paisaje de Galicia


 Francisca Herrera Garrido


   


     Francisca Herrera Garrido 


Francisca Herrera Garrido nació en la ciudad y provincia de La Coruña, en el año 1869. Su padre se dedicaba a negocios de importación y exportación y su abuelo materno era Don Andrés Garrido, uno de los más famosos banqueros de España. Por lo tanto, ella perteneció por su origen a una familia de la alta burguesía.




Casa de Francisca Herrera Garrido (izquierda) y Rosalía de Castro (derecha) 



El matrimonio tuvo cuatro hijas: Queta, Lela, Maruja, Francisca y Paquiña,  la menor de ellas. Su único hermano murió de niño. Ella pasó los veranos en la casa de campo de su abuelo. A los doce años, comenzaron las inclinaciones literarias de Francisca Herrera Garrido, con la lectura de Cantares Gallegos de Rosalía de Castro. 





El novio de Francisca Herrera Garrido, enfermo de tuberculosis, falleció meses antes de su boda.  Entonces ella se dedicó a cuidar a su madre hasta el año 1909 en que ésta murió, y sublimó su dolor al  escribir poesía. Vivió repartiendo su tiempo entre La Coruña y Oleiros, en las afueras de la ciudad, en una casa de campo de alquiler, donde compuso la mayor parte de su obra.



Santa Cristina - Oleiros



En 1913 Francisca Herrera Garrido publicó en Madrid su primer poemario Sorrisas e bágoas. Su segundo libro de poemas estuvo prologado por Manuel Murguía, viudo de Rosalía de Castro, y desde el fallecimiento de esta poetisa se aproximó como amigo a la familia Herrera.



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Francisca Herrera Garrido se trasladó a Madrid, aunque siguió veraneando en Oleiros,  para vivir con la familia de su hermana Queta, con la que pasó el resto de su vida. En el año 1917 comenzaron las colaboraciones de la escritora gallega con diversas publicaciones locales como las revistas: Nós y  A Nosa Terra.



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La primera novela que Francisca Herrera Garrido escribió totalmente en gallego Néveda  fue publicada en  el año 1920. En 1925 ganó el Premio de Ensayo del periódico argentino El Diario Español con un ensayo sobre la poetisa Rosalía de Castro, su paisana. En 1928 editó el que fue su último libro: Familia de lobos



Néveda.Historia dunha dobre sedución.: Francisca Herrera Garrido.                         Imagen relacionada



En 1936, antes de la sublevación franquista, Francisca y Queta adelantaron sus vacaciones en Oleiros evitando los conflictos que se vivían en la capital. En otoño intentaron recuperar sus pertenencias en Madrid, pero no lo lograron y quedaron sumidas en la pobreza. Sólo consiguieron sobrevivir por la ayuda que recibieron de sus familiares y amigos.


La sublevación militar del 18 de julio 





Terminada la Guerra Civil Española las hermanas volvieron a Madrid, pero hallaron la casa destrozada sin más posesiones. Retornaron a La Coruña a vivir en la calle del Príncipe. Allí lograron sobrevivir porque Josefa, la criada,  les llevaba alimentos que cultivaba en su propia huerta. Entonces Francisca Herrera Garrido escribía poemas, traducía y comenzó una novela en castellano.



Francisca Herrera Garrido como una destacada escritora gallega bilingüe, produjo obras en idioma gallego y español. Por esa razón fue que el 4 de marzo de 1945, la Real Academia Galega (RAG) la eligió como miembro numerario para ocupar la vacante dejada por el farmacéutico Lisardo Rodríguez Barreiro,  autor do libro de poemas Muestras sin valor.




  Lisardo Rodríguez Barreiro







 Francisca Herrera Garrido, de 76 años, escribió para su ingreso en la Real Academia Gallega el discurso: Acerca de Rosalía de Castro y los poetas de raza, que ella envió el 11 de abril de 1945 al presidente de la Academia, el abogado y periodista Manuel Casás Fernández, quien eligió a Concepción Arenal como tema para su discurso inaugural.



                                      

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                             Manuel Casás Fernández


Por razones desconocidas, casi dos años después (el 17 de enero de 1947) Manuel Casás Fernández le pasó el discurso de Francisca Herrera Garrido al ensayista Antonio Couceiro Freijomil, para que éste escribiera el texto de la respuesta, quien por diversos motivos le reenvió su discurso el 28 de febrero de 1949 (unos dos años más tarde y cuatro desde la admisión). 


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Diccionario Bio-bibliográfico de Escritores - Antonio Couceiro Freijomil 



Antonio Couceiro Freijomil también le envió una carta a Francisca Herrera Garrido. Lamentablemente, la poetisa enferma y sin sentido, no la llegó a leer, porque falleció el 4 de noviembre de 1950, sin lograr concretar su inclusión y ser plenamente la primera académica gallega. 



       Retrato de Francisca Herrera          Resultado de imagen para Francisca Herrera Garrido     Resultado de imagen para Francisca Herrera Garrido

                  Francisca Herrera Garrido   



En 1987 la Real Academia Gallega le dedicó a Francisca Herrera Garrido el Día de las Letras Gallegas por sus obras que enriquecieron la Literatura regional gallega con la simpatía por las clases trabajadoras y  especialmente por las mujeres, a quienes les atribuyó cualidades tales como el amor por la familia, el espíritu de trabajo y la vocación de servicio que ella misma valoraba en alto grado.



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Tumba de Francisca Herrera Garrido         Placa en su casa




Marina




Hemos viajado mucho y dejado atrás hermosos y ricos lugares. Pero hoy finalmente estamos en la Parroquia de Ares, dependiente de la Arquidiócesis de Santiago de Compostela. Y, pese a que en ella habrá una misa solemne en honor a la Virgen del Carmen, no concurriremos, porque tememos el resultado del encuentro entre un dios pagano de la guerra (Ares-Marte) con una Virgen Cristiana.


Así es que, después de disfrutar del grupo de danzas tradicionales gallegas, nos acercamos al parque Rosalía de Castro, donde participaremos de una fiesta infantil. Para colaborar ofrecimos una versión gaélica del mito clásico de las sirenas.


Aunque había más, el mar de Ares y su ría eran frecuentados por una de nombre Marina. Esta criatura, de belleza excepcional, era un híbrido: la mitad superior del cuerpo correspondía a una bella mujer (como las princesas de los cuentos) y la inferior, con forma de pez, con su cauda rosada cubierta de escamas plateadas. No tenía alas. Pero aún así era deslumbrante, no sólo por su aspecto, sino por su buen modo y su forma de hablar. Era inquieta y conversadora. Solía dialogar con las gaviotas y cormoranes marinos, que le respondían con gritos incomprensibles para los humanos que les oían.


Frecuentemente jugaba en medio de un banco de peces, compartiendo la diversión con los delfines que visitaban las rías de La Coruña y Betanzos. Luego, al quedarse sola, tomando el sol en las playas de Centroña y de Perbes, meditaba.


Más, cuando llegaba gente (por temor, timidez, desconfianza y preservación) se ocultaba, sumergiéndose en el mar.



Marina - Elsa Sposaro




Pasado ese inquietante momento volvía sobre sus pensamientos. Reflexionaba sobre su condición, las causas que hacían de ella un ser tan singular y provocaban en las personas reacciones adversas.


Pero, principalmente se detenía en el deseo de ser una joven común y ordinaria como otras muchachas del lugar.


Estas preocupaciones le llevaron, como anteriormente lo habían hecho, hasta las islas Mirandas, en la ría de Ares en La Coruña. A ellas (que por entonces estaban desiertas) sólo acudían, de vez en cuando, algunos pescadores necesitados de aceite para sacar un poco de él de la boya y poder así calentar su comida.


Sin embargo, en esta ocasión ocurrió algo diferente. Una tormenta sorprendió al duque Froilaz y le arrojó al mar. Él estuvo a punto de morir. Se dice que por hechizos, encantamientos y conjuros de la bruja del Océano, a quien no le bastaba poner al noble en peligro.


La sirena Marina (hermana de la malvada meiga) lo rescató. Él, que era uno de los hidalgos más poderosos de Galicia, quedó perdidamente enamorado, con sólo mirarla. Y ella de él.


Se casaron de inmediato en secreto. Y juntos fueron a vivir al castillo del noble. Por la fuerza de su amor y del deseo y la vida fuera del mar, las escamas se cayeron y su salmonada cauda liberó a sus piernas, haciendo de Marina una mujer.


De la unión con su esposo, nació Don Xoán, que debió su nombre a la Noche de San Juan, en que los celtas celebraban el comienzo del solsticio de verano, cuando los paganos buscaban pareja, recogiendo tréboles, encendiendo y saltando hogueras y bebiendo queimada, mientras los cristianos pedían y obtenían milagros.


el rescate del gentilhombre, el enamoramiento, la metamorfosis de la sirena, y el alumbramiento de su hijo son testimonios tomados como pruebas fehacientes de esas maravillas.


Más tarde, pasado el tiempo, al morir el duque Marina volvió al reino del Océano (su padre). Es por eso que nunca más se oyó a la sirena de las islas Mirandas.


La familia Mariño refiere estos hechos como origen para su linaje, que se remonta al siglo XI, en el gran milenio. Es esa la razón por la cual en su escudo de armas aparece una sirena en medio de azules ondas.




Escudo de armas de los Mariño




Además, en Caldas de Reis hay un relieve que ilustra nuestra leyenda de Marina, la sirena del Mar de Ares.


Por otra parte, las sirenas que toda Europa cuenta haber visto incluso en la Edad Media, no volvieron a aparecer en el Viejo Mundo.


Pero, en el comienzo de la Modernidad, fueron halladas en América. Las buscaremos.